El Camino Primitivo

Se conoce con el nombre de Camino Primitivo el camino de Santiago que tiene su origen en Oviedo y enlaza con el Camino Francés en Melide. El nombre «primitivo» se debe a que éste es el primer camino del que se tienen referencias históricas; el rey Alfonso II de Asturias y su séquito salieron de Oviedo, en el siglo IX, para visitar la tumba del Apóstol Santiago, descubierta hacía pocos años. El itinerario documentado de esa primera peregrinación y la actual son bastante coincidentes.

Una de las principales características de este camino, en comparación con los otros Caminos de Santiago, es la dureza del recorrido. De Oviedo a Lugo es un típico recorrido de media montaña. Salvo la bajada en el embalse de Salime y la subida al Puerto del Palo no hay grandes desniveles a superar de una manchada. Sin embargo, el camino es un continuo sube y baja, con una sucesión de todo tipo de caminos: senderos, senderos, pistas de tierra (es fácil encontrar tramos embarrados), caminos pedregosos o de piedra suelta, y pistas de asfalto. Por tanto, es necesario un mínimo de preparación física para afrontar el reto con garantías. Afortunadamente, la distribución de los albergues a lo largo del recorrido permite, para aquellos algo más lentos o menos preparados, realizar todo el camino sin tener que realizar ninguna etapa excesivamente larga. En invierno debe ser francamente complicado realizar este camino, entre otros motivos porque buena parte del recorrido se sitúa por encima de los ochocientos metros de altitud.

Otras de las características más destacadas del Camino Primitivo, relacionada sin duda con la anterior, es la belleza del entorno y del paisaje. El camino cruza decenas de bosques, ríos, arroyos, prados de pastoreo (con ganado vacuno), valles, colinas, montañas, aldeas… y los paisajes, sobre todo en el tramo asturiano, son fabulosos. También vemos a numerosos caballos, algunos salvajes. Además, la mayor parte del camino transcurre en plena naturaleza y, afortunadamente, apenas hay contacto con carreteras de tráfico intenso.

Por desgracia, en los últimos años la construcción de la autovía Oviedo – La Espina, la A-63, ha afectado grave e irreversiblemente a varios tramos, algunos de ellos bellísimos, de las tres primeras etapas. Además, la construcción es lentísima (sólo los primeros 30 km se han puesto en funcionamiento), ya mediados del año 2012 las obras se encuentran casi paradas.

A lo largo del camino vamos encontrando numerosas fuentes de buena agua (ojo, salvo en la variante Ruta de los Hospitales), cada pocos kilómetros, con lo que no es necesario cargar con mucha agua. En la época de máximo calor conviene ser, por supuesto, previsores.

Donde pasa gente hay negocio, y nunca está de más ganar unos euritos. Así deben pensar algunas personas cuyas casas están junto al camino y han instalado máquinas expendedoras para los peregrinos, algunas de las cuales no sólo ofrecen bebidas, sino que también ofrecen pastillas de chocolates, sándwiches, ensaladas, etc. .. y en algún caso incluso han construido una pequeña zona de descanso! Y es que, el camino ya no es el que…

Uno de los aspectos mejor valorados de este camino es el número de peregrinos que lo recorren. Nada que ver con la masificación del Camino Francés, pero tampoco nada que ver con la gran soledad de otros caminos. En primavera y verano es habitual coincidir con entre 10 y 20 caminantes en los albergues (año 2012), un número de peregrinos idóneo pues permite compartir vivencias y al mismo tiempo disfrutar de cierta soledad. La excepción son algunos días de verano, en los que efectivamente los albergues quedan desbordados por la cantidad de caminantes. Por otra parte, buena parte de los peregrinos que comienzan en Oviedo coinciden cada día en los mismos albergues, al ser éste un camino con las etapas bastante predeterminadas por la situación de los mismos.

Y, para finalizar la introducción, lo que sin duda es lo mejor de este camino: los aldeanos. A lo largo del día, en los pueblos y campos, nos encontramos con personas encantadoras, sencillas, alegres, perspicaces y extraordinariamente amables, que saben muy bien por dónde pasa el camino, dónde hay una fuente… y que siempre están dispuestas a ayudar en lo que sea menester. En este aspecto, el Camino Primitivo es muy especial. Esperamos que nunca cambie.

El Camino Primitivo, de Oviedo a Melide, tiene 261 kilómetros y pasa por 36 poblaciones con servicios. Así, resulta una media de una población con servicios cada 7,3 km. No es un dato negativo y menos teniendo en cuenta que estas poblaciones están bien distribuidas a lo largo del recorrido. De todas formas, como suele ocurrir en los caminos alternativos al Camino Francés, algunos días deberemos cargar la mochila con algunos comestibles y agua. Las distancias más largas sin encontrar ni un bar ni una tienda son: de San Roman da Retorta a Melide (30,2 km), cruza algunas aldeas, alguna con tienda de comestibles de horario imprevisible, y hay un pequeño bar 4 km antes de Melide; de Castroverde a Lugo (22,2 km), se cruza una retahíla de pequeñas aldeas, algunas con máquinas expendedoras de bebidas y comestibles; de La Mesa en Grandas de Salime (15,2 km), sin ningún pueblo en medio; y de Pola de Allande a Lag (13,2 km), un recorrido de montaña que incluye la subida al Puerto del Palo. Los valientes que sigan la variante de la Ruta de los Hospitales tendrán que aprovisionarse en Campiello, dado que entre esta última población y Lago hay un recorrido de 24,8 kilómetros de montaña en soledad. Y, por último, mencionar que las dos ciudades más grandes de este camino son las dos capitales: Oviedo, con algo más de doscientos mil habitantes, y Lugo, con casi cien mil habitantes. La tercera es Tineo, con once mil habitantes.